miércoles, 2 de mayo de 2007

La Lista de Domeyko

Con relación a los libros extraídos de la Biblioteca de Lima en 1881, y el científico que los registró en Santiago de Chile





Ignacio Domeyko (1802-1889) gran propulsor de Chile

En enero de 1960, tomé el ferrocarril que partía de Iquique, hasta Calera. Mi propósito era llegar a Santiago de Chile. Un viaje por tren era por entonces considerablemente largo -ahora inconcebible- por las pampas del Tamarugal y sus neblinas o camanchacas; pero la Carretera Panamericana en ese largo tramo no estaba habilitada o era impracticable por lo que el tren resultaba el más adecuado transporte para adentrarse horas después en el desierto de Atacama, en Antofagasta, dilatado y seco páramo con sus colinas teñidas del verdín o almagre que es el óxido de cobre. Por largos tramos la locomotora se abría paso por desfiladeros de rocas afiladas y dejaba oír sus pitos prolongados y estridentes que el eco devolvía. Viajaba por el desierto más seco del mundo.

Aquella región comprende límpidos cielos nocturnos cuajados de estrellas; frío severo por las noches y sofocante calor durante el día. El ritmo cadencioso de la vieja máquina que tiraba de unos ocho vagones me llevaba desde Iquique, pasando, entre otras estaciones, por Pozo Almonte, la Noria, Pintados, hasta llegar a Quillagua, la vieja frontera peruana con Bolivia a orillas del río Loa, para continuar a la vista de las numerosas oficinas salitreras ya en abandono, pueblos fantasmas cuyas ruinas se extendían desde la pampa del Tamarugal, en Tarapacá, hasta Antofagasta por las estaciones de María Elena y Baquedano. Entonces, en este dilatado tramo del antiguo territorio boliviano, pude contemplar al oriente un hermosísimo y largo nevado, era la Cordillera de Domeyko, extraño topónimo para denominar un jirón de la cordillera andina. Este nombre me quedó en la mente.

Ahora, en nuestros días, con ocasión de la gestión del todo encomiable para la devolución de los libros de la Biblioteca de Lima, llevados a Santiago de Chile en 1881 como parte de un cuantioso botín de guerra, el nombre de Domeyko regresa del pasado, pues a este ilustre maestro, en su elevado cargo de rector de la Universidad de Chile, le fue encargado levantar el inventario del material científico, numerosos documentos y libros que se remitieron encajonados desde Lima; importante tarea que practicó bajo protesta pues le traía al recuerdo el despojo de su amada Vilna por los rusos.

Pero dejó a la posteridad un valioso testimonio cuyo registro servirá para que la Comisión encargada de atender la devolución, pueda conducir con éxito el cometido de regresar a su lugar de origen los diversos ítem; en especial los 10,000 libros que allí se consignan. Se trata de La Lista de Domeyko, que fue publcada en la gaceta de normas legales de Santiago aquellos luctuosos años de la guerra y allí se conserva.

Con relación al artículo aparecido en La República, edición del martes, 03 de mayo 2007 que lleva la firma de Marcelo Mendoza quien habría publicado una minuciosa crónica con importantes detalles que se está propagando en blogs y otros medios tomados del santiaguino Diario Siete -cerrado a la fecha después de una huelga de sus trabajadores que protestaron su eminente cese-, la entendemos una notable y esclarecedora pieza de investigación. (Leer la crónica respectica de La República) (Ver)

Dice Marcelo Mendoza, refiriéndose a la ingrata pero útil tarea que le fue encomendada a don Ignacio Domeyko:

[...]Los días posteriores a esta publicación, el ministro de Instrucción Pública definió el destino final del botín: los aparatos de física y química al Laboratorio de la Universidad de Chile; los anatómicos a su Museo de Anatomía; los objetos de historia natural al Museo Nacional; los libros de viajes a la Oficina Hidrográfica; los de meteorología a la Oficina Meteorológica; y "todos los libros restantes, incluso los de teología, a la Biblioteca Nacional". Desde entonces, se ignora el estado de situación del arsenal bibliográfico arrebatado. Pero es un hecho que varios de los libros más valiosos permanecen en la Sala Medina, el Fondo General y la bóveda de la principal biblioteca del país.[...] (Leer en este blog La Biblioteca Nacional del Perú y la tésis del botín justificado) (Ver)

Corresponde, en tributo de gratitud por la esmerada tarea del ilustre sabio polaco, darlo a conocer a nuestros amables lectores en su calidad de benefactor del patrimonio peruano cautivo en los repositorios chilenos de Santiago.

Don Ignacio Domeyko Había nacido en 1802 en el pueblo de Niedzviadk, perteneciente a Polonia, separada en 1990 como Lituania. Recibió su instrucción superior en Vilna, la capital de la entonces provincia de Lituania; allí recibió el grado de Licenciado en Ciencias Físicas y Matemáticas en 1820.

Como fuera del caso, su acendrado nacionalismo le llevo a participar de una revuelta contra la invasión rusa que al terminar con la derrota de los polacos le obligó a dejar la patria, antes fue testigo del despojo que hicieron las tropas con el patrimonio polaco, violento acto de abierta rapiña que jamás pudo olvidar nuestro biografiado y, paradojas de la vida, tuvo que ver repetirse en su vida al servicio público en Chile.

Después viajó por diversos países de Europa Central; estuvo un tiempo en Alemania y luego pasó a radicar en París. Estudió en La Sorbona, el Colegio de Francia, el Jardín Botánico y la Escuela de Minas, recibiendo sólida formación como científico y naturalista. Se especializó en la Escuela de Minas de París y se tituló como Ingeniero de esa especialidad.

En la Academia de Ciencias y el Conservatorio de Artes y Oficios, uno de sus ilustres maestros, el sabio Dufrenoy, lo interesó para que viajara a Coquimbo, Chile, país que se vislumbraba ya como minero y requería por ello exploraciones. Como en alguna oportunidad también lo hiciera el científico alemán Teodoro Hänke para no arriesgar con la azarosa vuelta por el Estrecho de Magallanes, o lo que era peor por el Cabo de Hornos, desembarcó en Buenos Aires y cruzó la Cordillera de los Andes a lomo de mula para llegar en junio de 1838 al puerto de Coquimbo lugar de su contratación por el industrial minero Carlos Lambert. Entonces el joven ingeniero contaba 36 años de edad.

En Coquimbo pudo impartir sus clases, pese a que no hablaba el castellano, se las arreglaba con sus conocimientos de latín, lituano, alemán, inglés, ruso y francés. No dejó de explorar la región que se le representaba impresionante y durante los tres primeros años realizó excursiones por ella, estuvo con este propósito en La Serena, Huasco, Copiapó, Aconcagua y Santiago. Los resultados de sus exploraciones los dio a conocer en los Annales des Mines y El Araucano. En su honor, la Cordillera de los Andes que corre por la región de Antofagasta lleva su nombre: Cordillera de Domeyko.

Desde 1838 a 1846 ejerció como profesor de Química y Mineralogía en Coquimbo. Fundó talleres, escribió programas de cursos, organizó exploraciones geológicas, fundió hornos, construyó laboratorios, iniciando con todo ello un vasto programa de instrucción y experimentación de base científica y tecnológica, con los conocimientos obtenidos en París. Aquel año de 1846, luego de un viaje a la Araucanía, Domeyko se establece en Santiago, donde era conocido por su actividad educativa y sus artículos. Comenzó enseñando en el Instituto Nacional. Su vocación de maestro le llevó al lado de otro ilustre sabio al servicio de Chile, D. Andrés Bello.

Estupendo dibujante, era prolijo y preciso a la vez y claro como conciso además: al final de este artículo se puede apreciar la calidad de uno de sus dibujos. Acompañó muchas de sus investigaciones con diseños y dibujos; contribuyó al desarrollo de la mineralogía, la geografía y la etnografía. Realizó múltiples actividades científicas y aportó decisivamente a la reforma del sistema educacional chileno. Se dedicó constantemente al análisis de los minerales y materias primas que obtenía en sus exploraciones en el terreno.

A lo largo de los años, colaboró lealmente con el sabio Andrés Bello, natural de Venezuela y primer Rector de la Universidad de Chile, otro personaje a quien Chile acogió con el mayor afecto y respeto cuando el Perú le denegó su pedido de asilo a cambio de sus servicios docentes. Chile bien pronto cosechó el fruto de su acertada decisión pues Bello le proporcionó su Código Civil, una brillante pléyade de sagaces diplomáticos y la exitosa política educativa para erradicar el acentuado analfabetismo de esa nación.

Mantuvo con Bello largas conversaciones sobre filosofía, ciencia, humanidades y educación y lo reemplazó en 1867 cuando el ilustre venezolano dejó la Facultad de Filosofía y Educación. Ese mismo año es elegido Rector de la Universidad de Chile y lo sería por tres períodos.

En 1883 decidió dejar su cargo de Rector de la primera universidad nacional, renunciando también a sus clases de química, mineralogía y geología, pues ya había alcanzado los 81 años de edad. La Cámara de Diputados en enero de 1889 le asignó pensión vitalicia, pero don Ignacio Domeyko falleció en Santiago el 23 de ese mes, a los 87 años.

Sobre la base de los esfuerzos del ilustre polaco chilenos y peruanos emprenderemos el regreso de un patrimonio que ya es anhelo nacional, un paso importante para ayudar a distender los ánimos de ambas naciones.






Créditos:

Grabado de la cabecera: Ignacio Domeyko. Memoria de Chile

Grabado al pie: Dibujo de la casa de Domeyko, hecho por el sabio en su último viaje a Polonia. Memoria de Chile

http://www.memoriachilena.cl/mChilena01/temas/dest.asp?id=ignaciodomeyko

Universidad Nacional de Chile
http://www.uchile.cl/uchile.portal?_nfpb=true&_pageLabel=conUrl&url=4687


http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Domeyko

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Lucho, siempre es un gusto leer tus articulos que sopn amenos y agiles y sobre todo trienen un gran valor historico y geografico, tambien se puede visualizar el desarrollo economico de chile, creo tambien es importante valorar a personajes como domeyko que muestra una garn personalidad y sobre todo la dignidad y el respeto para las demas personas. un barazo y sigue usando tu maravillosa pluma
luis ruiz santa maria

Anónimo dijo...

Hola Lucho

Me ha impresionado la precisión de datos, así como la atención y cuidado chilenos de las obras capturadas... aquí no seria igual...

Hugo Neira, quien fue mi amigo en su época velasquista, no me merece ningún respeto... es un aburrido burocrata filoaprista. Creo que tu politica de comunicacion, que atrae respuestas chilenas positivas, es buena... continua así.

Un abrazo,

Rafael

29 de marzo de 2008 09:00 PM

Rafael Córdova Rivera dijo...

AL MARGEN DE LA EXPOLIACION CHILENA...FELICES ELLOS QUE PUDIERON CONTAR CON ANDRES BELLO, SARMIENTO Y DOMEYKO, ENTRE OTROS...EN EL PERU, EN EL ASPECTO EDUCATIVO NOS CONFORMAMOS CON SEBASTIAN LORENTE, DE HABICH, BLUMENFELD, WEBERBAUER, ETC.. EXCELENTE TU BLOG

UN ABRAZO

Eleuterio Salas dijo...

Dr. Siabala: Su pluma siempre busca clarificar nuestra nubosa historia. Da pena saber cómo hombres de bien, como Andres Bello, pueden haber sido rechazos por nuestros gobernantes. Claro, aquí el "inversionista" si que tiene todo tipo de gollerías, De otro lado, ojalá que el listado de Eugenio Domeyko se pueda chequear aquí con los libros devueltos por el Caín de América.

Un abrazo

E Soto

Unknown dijo...

Estimado Lucho:
Este es un articulo sumamente importante y estoy seguro que contribuira a un mejor entendimiento de los temas que separan a dos pueblos, aun despues de tantos años de celebrada la paz; paz que tendra que consolidarse con la restitucion de lo expoliado por la soldadesca.
Un abrazo,
Marco

Luis Adolfo Siabala dijo...

Sumamente interesante.

Este contacto entre los sabios Bello y Domeyko tenía que darse, pues así sucede cuando los propósitos afines convergen por una sola causa.

En el Perú, el problema de la mayoría de los gobernantes republicanos ha sido su ignorancia, su poco interés de no ver más allá de lo utilitario y no indagar en ese oscuro trecho al que nos lleva la investigación y la aventura intelectual tocante a patrimonio por restaurar. De esta forma mucha de las comisiones resultaron ser justificaciones de derroche y de infecundo trabajo.

Espero se pueda reconstruir esta lista iniciadas en la Gaceta de Normas Legales de Santiago de Chile. La historia reivindicaría un vacío pocas veces atendido y se procuraría para la posteridad elementos desde donde se pueden reiniciar otras indagaciones. Algo similar se pretendió con la comisión que procuraba la devolución del patrimonio peruano que Bingham tomara en calidad de préstamo, a propósito de Machu Picchu. El patrimonio del colegio jesuita de San Carlos, la mayor biblioteca en América durante la colonia española, merecería ser restaurado y reivindicado como lo que fue.

Con aprecio,