lunes, 4 de julio de 2011

EL Marqués de la Concordia

Don José Fernando de Abascal y Souza
(1743-1827)

Como ninguno o como pocos, cupole a este real y fiel servidor -Trigésimo octavo virrey del Perú (1806-1816)- resistir con tenacidad en defensa de la preciada joya de la Corona, del inminente desmembramiento del Virreinato, que tenía por sede la Ciudad de los Reyes, o Reyes (Lima), como a secas rezaba la data de la correspondencia de entonces. El virrey usó para este propósito tanto de la condescendencia razonable, la persuasión generosa como también de la acción militar.

España en poder de Napoleón desde 1808, era un desafío para el virrey situado en medio de un aislamiento continental que puso a prueba su carácter, persuadido del sentimiento emancipador que tal entorno maduraría en las colonias, en especial dentro de la conciencia de los criollos americanos y que debería evitar a toda costa, pese a las circunstancias en Europa. Llegado el momento Abascal enfrentó tal delicada situación con ingenio, valor y éxito, aunque pasajero. pero cuando ya no ocupaba el solio virreinal.

Era su señoría de gran corpachón, natural desenvuelto, resolución enérgica y largamente entrado en años, que sus 65 abriles eran por entonces vejez venerable o ancianidad exorbitante, si tenemos en cuenta lo que ahora conocemos como esperanza de vida, que por aquellos tiempos lo era corta. Pues según estudios mejor logrados, en el siglo XIV cuando se produjeron las conquistas llegaba tan solo a los 30, y el XIX, el de las emancipaciones, únicamente nueve de cada cien españoles superaban los 60 años de edad.

La higiene y la medicina no habían hecho por entonces alcance de su benéfica acción generatriz y dispensadora de extendida vida. Que don Francisco Pizarro, un anciano a todas luces provecto conquistare al Perú, cuando maduraba 43 años al momento de su hazañosa gesta, es hecho del todo asombroso. Pero excepciones tienen las reglas y en ese tema carecemos de competencia.

Don José Fernando de Abascal y Souza –apellido materno a todas luces de procedencia gallega- era ovetense de nacimiento. Llegó al mundo el 3 de junio de 1743 en Oviedo, la capital del Principado de Asturias.

Para 1795, año en el que ingresa en la selectísma Orden de Santiago -creada en el SVIII con el propósito práctico de cuidar la vida de los peregrinos del camino de Santiago del ataque en especial, de mahometanos- aquella venerable organización gozaba de gran prestigio y se la otorgaba a los caballeros de reconocida nobleza, limpieza de sangre y probadas virtudes cristianas.

Ese mismo año, los Estados Unidos y España firman el tratado de San Lorenzo, para establecer las fronteras entre ambos estados; son retirados los restos de Cristóbal Colón de la catedral de Santo Domingo para trasladarlos a Cuba; nacen Policarpa Salavarrieta, heroína de la independencia de Colombia y Antonio José de Sucre y Alcalá, general grancolombiano, Gran Mariscal de Ayacucho. En Europa la Convención adopta el sistema métrico decimal; Goya presenta su cuadro de la Duquesa del Alba; Emmanuel Kant publica su Paz Perpetua y; fallecen, Johann Christoph Friedrich Bach, músico alemán y el médico, alquimista, ocultista, masón y aventurero siciliano Alessandro Cagliostro.

Tal el entorno internacional del flamante miembro de la Real Orden de Santiago. Posteriormente también quedaría incorporado a la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, cuyo lema reza en latín Virtuti et merito, claro reconocimiento de haber destacado en beneficio de España y la Corona.

Es así que el futuro primer marqués de la Concordia había ganado, meritísimo, aquellos títulos en su gran desempeño realizado con habilidad y en condiciones de las más apremiantes que a gobernador alguno viniérale de pronto. Veamos aquellas circunstancias y las acciones que se confrontaron:

Napoleón, en 1808, introdujo tropas en España, pues quiso el emperador de los franceses hacerse de este reino peninsular; luego de aquello, envió al exilio de Bayona a la real familia borbónica del adocenado Carlos IV y su inefable a la par díscolo hijo don Fernando. Este príncipe, ambicionaba suceder al padre en la primera oportunidad sin esperar le alcanzase la muerte natural y en su lecho. Tal su alteza real, era de aquellos que no paraban mientes en fruslería alguna y tentado estuvo -según comentarios que la historia ha deslizado- que habría tramado la muerte de su progenitor por mano de sicario o usando del veneno. Esto no debe llamar a escándalo, pues no pocos casos se registraron de antiguo cuando más de un príncipe puso fin al largo reinado de su padre al ver que su existencia maduraba  sin esperanza de heredar el trono.

Napoleón, gran conocedor de gentes se interpuso, redujo a la familia al exilio de la vascuence Bayona, allende los Pirineos franceses y obligó sucesivamente a la abdicación de Carlos IV en favor de Fernando VII y luego la de éste en la cabeza de su propio hermano mayor, José Bonaparte Remolino.

Puesto así en lo circunstancial de la historia, el pueblo español al saberse sin rey no aceptó al rey intruso y por el contrario decidió combatir la dominación francesa. Sostuvo para ello que el poder había sido dado por Dios al pueblo y encomendado al rey, pero al no tenerlo aquel poder retornaba al pueblo y por tanto gobernaría desde las llamadas Juntas.

Llevada a la práctica tan exótica idea, no desprovista empero de sustento jurídico, de inmediato se organizaron Juntas de Gobierno en diversas ciudades del territorio que finalmente terminaron por constituir una Junta Central para que gobernara todas en nombre del ausente y cautivo soberano don Fernando VII, el Deseado. Posteriormente, repuesto en el trono, este rey habría de traicionar esos nobles esfuerzos de su pueblo.

La Junta Central se radicó en Cádiz. A inicios de 1809 fue sustituida por el Consejo de Regencia de España e Indias que convocó a los pueblos del imperio español, a la reunión de Cortes, las llamadas Cortes de Cádiz, que se instalaron en aquel puerto, el 24 de septiembre de 1810 que votaron y aprobaron la Constitución de 1812, documento de cuño liberal y de gran trascendencia en España y América; fue jurada el 19 de marzo de 1812.

En consecuencia, impetrados de iguales prepósitos los pueblos de América las imitaron: formaron juntas de gobierno integradas por criollos quienes asumieron el gobierno en nombre del monarca ausente. Surgieron rápidamente en La Paz, Chuquisaca, Quito, Buenos Aires, Caracas, Bogotá, y Santiago de Chile.

Abascal impuesto de la situación de España a fines de 1808, reunió al Cabildo de Lima y dispuso que el Virreinato jurase lealtad a Fernando VII como Rey de España, en noviembre de ese año. Rechazó en simultáneo tanto las pretensiones francesas como el proyecto, del todo impertinente, de formar en Lima una Junta de Gobierno dominada por los criollos.

Pero el fermento emancipador, tan caro a las circunstancias y a los deseos inconfesos de muchos criollos, se iba manifestando en los hechos pese a los cuidados que Abascal ponía de salvaguarda. Entonces decidió las siguientes acciones:

-           Creo el regimiento Concordia, formado por lo más selecto de la aristocracia criolla y peninsular, juramentándola adherida a Fernando VII.

-           Dio pase a la prolongada gestión para que una hermandad de abogados postulara colegiatura desde el sigo XVIII. Con el fin de dar cumplimiento a un trascendental mandato real no atendido hasta entonces, el Cabildo constituyó una Comisión integrada por los doctores José Antonio Oquendo, Ambrosio Fernández Cruz, Vicent y Duárez y José Gerónimo Vivar, para que formulara el proyecto de los respectivos estatutos, que fueron aprobados por la Real Audiencia de Lima, en acuerdo de 18 de febrero de 1808, confirmado por la resolución del Virrey, don Fernando de Abascal que se expidió el 23 de mayo de ese año, dando lugar de esta forma al Ilustre Colegio de Abogados de Lima. Un sagaz paso para ganarse la voluntad de los letrados, grandes formadores de conciencia y por ello potenciales adversarios.

-           Instauró numerosas escuelas-taller. La instrucción como herramienta de progreso.

-           Inauguró la primera Escuela de Medicina de América, dotada de los mismos adelantos que sus homólogas europeas.

-           Bajo la dirección del pintor José del Pozo, creó la Real Escuela de Pintura de Lima.

-           Aprovechando la confusión política reinante en España, se adelantó a las Cortes de Cádiz y abolió el Tribunal de la Santa Inquisición dentro de la jurisdicción virreinal con lo que una paz interna quedó de manifiesto.

-           Para contrarrestar la insurrección de Buenos Aires, del 25 de mayo de 1810, incorporó, provisoriamente, al virreinato del Perú las provincias de Córdoba, Potosí, La Paz y Charcas.

-           Votada en Cádiz la primera Constitución, en cuya discusión participaron cuarenta y nueve diputados americanos, muchos de ellos peruanos, uno de los cuales don Vicente José Morales y Duárez fue el primer presidente de aquella magna asamblea, Abascal, desconfiado de las Juntas de Gobierno surgidas en el resto de Sudamérica, al conocer que éstas habían depuesto a las autoridades peninsulares y delegado toda la autoridad efectiva en miembros de las élites criollas locales decidió constituir fuerzas de ejército con los medios a su disposición en el Virreinato del Perú para suprimir los movimientos independentistas que ya habían surgido en los territorios vecinos.

-           Dispuso la recluta de tropas criollas y mestizas, al mando de oficiales y clases peninsulares.

-           Se fabricaron armas para esas tropas, tomando como base las de las milicias realistas ya existentes. De ellas la fundición de cañones cuya fabricación dirigió el brigadier Joaquín de la Pezuela Griñán y Sánchez Muñoz de Velasco, artillero de escuela traído desde la Península para tal prepósito, para llenar la plaza de jefe de la Artillería y marchar sobre los patriotas del Alto Perú a quienes derrotó sucesivamente. Mas tarde habría de convertirse Pezuela, por recomendación de Abascal, en el trigésimo sexto virrey del Perú.

-           Impuso contribuciones forzosas a la élite criolla de Lima, amenazando con la pérdida de sus privilegios comerciales en caso triunfasen las revueltas independentistas del resto de Sudamérica.

-           Debido a la alianza de Gran Bretaña con España en contra de los franceses, Abascal aceptó relajar las restricciones al comercio británico con el Virreinato del Perú, esperanzado en restablecer las rentas fiscales perdidas debido a la ocupación francesa de España; aún así, Abascal se opuso a que estas medidas llegasen a permitir el libre comercio, tal como lo estipulaba la política española.

-           Impotente para ofrecerle pago en dinero a mayor numero de soldados, debió afrontar con las solas fuerzas del Virreinato del Perú la tarea de restablecer el dominio español en las regiones de Sudamérica donde ello fuere posible.

-           Logró enviar dinero y cañones, fundidos en la maestranza de Lima, desde el Perú a España para auxiliar a la metrópoli en su dura campaña de independencia de los franceses.

-           Si bien Abascal aceptó la Constitución de 1812, insistió en suprimir por la fuerza todo régimen gubernativo basado en élites criollas locales, entendiendo que de permitirlo aquello sería un primer paso para que América del Sur se liberase del dominio español.

-           Envió tropas para atacar a la Junta de Gobierno de Chuquisaca, la cual fue derrotada a fines de 1809, al ser evidente que las autoridades del Virreinato del Río de la Plata,  constituidas por la Junta de Gobierno de Buenos Aires no sofocarían esta sublevación independentista. Con ello fue destruido el primer gobierno autónomo del Alto Perú y Abascal sujetó dicha región a la autoridad efectiva del virreinato peruano.

-           De igual modo, envió tropas realistas contra la Junta de Gobierno de Quito que la suprimieron violentamente, restableciendo la autoridad española en 1810.

-           Procedió contra la Junta de Gobierno de Santiago de Chile, enviando tropas del Virreinato del Perú al mando del brigadier español Antonio Pareja y Mariscal para derrotar a los patriotas chilenos. Tras seria lucha las tropas realistas finalmente recapturaron Chile para la Corona española en 1814.

-           Poco antes, Abascal había recibido, finalmente, los primeros soldados de refuerzo desde España donde los franceses estaban siendo derrotados decisivamente; dichos refuerzos fueron enviados de inmediato a socorrer a las tropas realistas en Chile.

-           Enfrentó exitosamente la Rebelión del Cusco de agosto de 1814 de los hermanos Angulo, venciéndola definitivamente en marzo de 1815. Para esa fecha la guerra peninsular había concluido definitivamente y las tropas francesas huido de España, donde reinaba nuevamente sin contratiempos Fernando VII, quien luego abolió la Constitución de 1812 y persiguió despiadadamente a sus diputados y propagandistas y se retornó al absolutismo más ortodoxo.

A inicios de 1815 la corte de Madrid remitió tropas en escala masiva hacia sus colonias americanas, particularmente a Nueva Granada y Venezuela, pero para entonces la Real Audiencia de Quito, el Alto Perú y la Capitanía General de Chile habían sido conservadas para España por la tenaz resistencia monárquica del virrey Abascal.

Dicha tarea había significado un gran esfuerzo financiero para el Virreinato del Perú dado que todos los afanes de la administración colonial se dirigieron hacia fines bélicos, desatendiendo obra civil alguna.

Como reconocimiento a su trayectoria política y militar en España y su apoyo a la conservación del imperio español en América le fue concedido por las Cortes de 1812 el título vitalicio, no hereditario, de Marqués de la Concordia Española del Perú y recibió asimismo los nombramientos de Capitán General y consejero del Supremo Consejo y Cámara de Guerra por Carlos IV y Fernando VII, respectivamente.

En 1816 Abascal recibió desde España la noticia de su cese en las funciones de virrey del Perú, ordenándose su retorno a la metrópoli. Su reemplazante fue el militar español Joaquín de la Pezuela, que, como tenemos expresado, había arribado al Perú en 1805 y servido en las operaciones militares contra la insurrección generalizada que afrontó Abascal. De hecho, hasta esa fecha los independentistas de Buenos Aires aún enviaban expediciones para expulsar a la dominación española del Alto Perú, manteniendo un continuo estado de guerra.  Don José de San Martín, cambió de táctica y en vez de operar por los imponentes Andes, dirigió su afán libertario por mar.

Como única heredera de sus bienes y su título nobiliario, dejó a su hija María Ramona de Abascal, casada en 1815 con el brigadier Juan Manuel Pereira. De esta unión, se conoce a Manuel Pereira Abascal como III Marqués de la Concordia Española del Perú por Real Carta de Sucesión, el 23 de marzo de 1852. A su muerte, el título pasó a su sobrino Juan Manuel Pereira Soto Sánchez en 1876. El título de Castilla del marquesado de la Concordia Española en el Perú, se extinguió en 1913.







Fuente principal: Wikipedia

Grabado: INTERNET

4 comentarios:

Luis Adolfo Siabala dijo...

Una biografía sucinta y minuciosa la del Virrey Abascal la que aquí nos presentas. Hay datos desconocidos que son traídos a nuestro saber, nublado ocasionalmente por ese anti españolismo que surge cuando uno repasa la historia de la Emancipación americana. El entorno histórico y las circunstancias políticas ayudan a comprender el real marco histórico del protagonista. El estilo de narración es españolísimo, como ya venimos acostumbrándonos cuando tenemos crónicas de la historia entre Iberia y América, escritas por el Dr. Siabala. Felicitaciones.

Rafael Córdova Rivera dijo...

ESTIMADO LUCHO

COMO DESCENDIENTE DEL VIRREYNATO DEL PERU, QUE TODOS SOMOS, ABASCAL NOS ENORGULLECE...A SU SAGACIDAD POLITICA LE AGREGO SU VISION TECNICA...EL CUARTEL DE SANTA CATALINA FUE UNO DE LAS PRIMERAS MAESTRANZAS DE HISPANOAMERICA, AL MANDO DE PEZUELA... COMO ARTILLERO QUE SOY, TAMBIEN ME ENORGULLECE.
TE FELICITO POR EL ARTICULO, QUE COMO LOS ANTERIORES SON UNA DELICIA HISTORICA Y CULTURAL

Alberto Livia Robles dijo...

Mi dilecto amigo:

Acabo de deleitarme con tu último artículo, que como siempre tienes la cortesía de enviarnos, cosa que particularmente me halaga en demasía.

Aprovecho la ocasión para enviarte mi cariñoso saludo a mas de mis parabienes.

Fraternalmente

Pablo

José Abad dijo...

No hay duda que Abascal era un gran estratega y quizás uno de los mejores virreyes, dado que le tocó gobernar en medio de la crisis de la península ibérica. Es un deleite leer este blog. Muchas gracias amigo Luis Siabala.