jueves, 21 de agosto de 2008

Perú libra batalla legal por un tesoro



Don Gabriel de Avilés y del Fierro, marqués de Avilés


La noticia viene desde España; aquí algunas importantes glosas de ella que la ofrecemos integra en la referencia del link correspondiente a Todo a Babor, que se muestra entre las fuentes de Internet al final del artículo. La historiamos con los datos del gobernante del Perú, en la época de los sucesos, habida cuenta de su importancia y de la considerable cantidad de visitantes, que registra la estadística del artículo Virreyes del Perú, del blog Al Manzur:

ELPAIS.com

La batalla por un tesoro

Oro, plata y 249 cadáveres en el fondo del mar
Los diarios de los capitanes de la batalla de Santa María reconstruyen la historia de una explosión trágica.

Á. DE C. - Madrid - 13/04/2008

Lo que sigue es la historia de lo que le ocurrió a la fragata La (sic) Mercedes el 5 de octubre de 1804. La narración de los hechos está basada en los datos que ofrece el capitán de navío de la Armada Española Cesáreo Fernández Duro (1830-1908) en el volumen VII de su Armada Española. Él a su vez se basa en los diarios de a bordo y en algunos documentos de la época.

Son las ocho de la mañana del día 5. La fragata La Clara hace a esa hora señal de cuatro velas indicando al resto de la flota la aparición de fragatas inglesas en el mismo rumbo. La cosa está tranquila. Las noticias que han llegado de los bajeles que la escuadra se ha encontrado a su paso desde que saliera el 9 de agosto de Montevideo, sólo confirmaban la neutralidad de España en la guerra que mantenían Inglaterra y Francia. Pero el jefe de la escuadra, José Bustamante y Guerra, es hombre precavido. Ha pasado mucha mar como comandante de la corbeta Atrevida, compañero de Malaespina en la campaña científica y además ha sido gobernador político-militar de Montevideo. Así que prefiere estar preparado por si la cosa ha cambiado sin que él se enterase y ordena formar en línea con zafarrancho de combate.

Una hora más tarde, y a vista del cabo de Santa María, las fragatas inglesas se acercan por barlovento. La más grande de todas, la llamada Indefatigable, está comandada por el comodoro Moore, que acaba de mandar un bote con un oficial y un intérprete para decirle algo a Bustamante. Que tenemos orden de retener esta división y llevarla a Inglaterra y además nos vamos a quedar con todo lo que lleváis. A no ser que quieran ustedes derramamiento de sangre, en cuyo caso, a la vista está que les superamos en porte y cañones. Bustamante se lo pensó y lo consultó con sus oficiales, para concluir que mantendrían el honor si la Indefatigable y las otras tres se atrevían a atacar.

No se había separado el bote aún cuando se escuchó el primer cañonazo de aviso de Moore, los cuatro barcos se acercaron a corta distancia dando comienzo la batalla. A los pocos minutos de combate, La (sic) Mercedes salta por los aires llevándose al fondo los cadáveres de 249 de sus tripulantes y la fortuna acaudalada por soldados y mercaderes en las Indias. El resto son apresados sin mucha resistencia y llevadas a Inglaterra.

La prensa británica de la época ya tenía el colmillo que posee la de ahora y no se arredró a criticar con dureza la decisión de atacar a los españoles. "Un gran delito acaba de cometerse", señalaba un papel de Londres. "La ley de las naciones ha padecido la violación más atroz: una potencia amiga ha sido atacada por nuestra fuerza pública en medio de una profunda paz [...] sus leales súbditos han perecido en su defensa, infestando nuestras costas sus saqueados tesoros, y, como el de un pirata, nuestro pabellón tremola sobre el débil, el infeliz y el oprimido...".

La historia continúa con el apoyo de España a la Francia de Napoleón. La afrenta de esta batalla frente a la costa portuguesa del Algarve, y que supuso el hundimiento de La (sic) Mercedes y el apresamiento del resto de la flota, acabó con la paz entre Inglaterra y España y fue un antecedente reconocido de la batalla de Trafalgar un año después. El comodoro Moore amenazó con atacar al jefe de escuadra Bustamante.

Perú reclama el tesoro del 'Cisne Negro'

Lima se hace parte del contencioso entre España y la empresa 'cazatesoros' Odissey por el botín del barco 'La
(sic) Mercedes'

ÁLVARO DE CÓZAR - Madrid - 20/08/2008

La disputa que mantiene enfrentados a España y a la empresa estadounidense Odyssey Marine Exploration por el tesoro del Cisne Negro tiene un nuevo contendiente: La República de Perú. El país ha reclamado ante la Corte de Florida el tesoro de 500.000 monedas de plata y oro que encontró Odyssey frente a las costas del Algarbe en mayo de 2007. El hallazgo fue bautizado entonces por la empresa con el nombre en clave de Cisne Negro, pero detrás de estas dos palabras podría estar La (sic) Mercedes, un buque español hundido en 1804 en un combate contra la flota británica.

Oro, plata y 249 cadáveres en el fondo del mar. Los escudos de plata y oro y los reales de a ocho que transportaba este barco desde América con destino a Cádiz son de la época de Carlos IV y fueron acuñados en Lima, es decir, que salieron de las minas de Perú. Por esta razón, el país decidió el pasado 1 de agosto presentar una reclamación ante la Corte de Florida, donde el juez Mark Pizzo lleva el caso que hasta ahora enfrentaba sólo a España y a la empresa estadounidense.


En su reclamación Perú declara que mantiene su interés en sus propiedades y que no ha consentido ningún salvamento de su patrimonio. También señala que su reclamación se refiere exclusivamente a la carga del buque y no al buque en cuestión.







La fragata española Mercedes hace explosión; octubre 5, 1804




Glosas del combate tomados de TODO A BABOR


Cuatro contra cuatro


Acción:

[...] A la amanecida del día 5 de octubre del año de desgracia de 1804, cuatro fragatas propiedad de la Real Armada (“Medea” de 42 cañones e Insignia del Jefe de Escuadra don José de Bustamante y Guerra; “Clara”, “Mercedes” y “Fama”, todas de 34 piezas), oriundas del puerto de Montevideo, y repletas de los caudales recogidos en los virreinatos de Perú y Buenos Aires, divisaban las estribaciones de la sierra de Monchique, cómo preámbulo de su arribada a la Península. [...]

[...] Próximas a su destino, la escuadra divisó al alba del 30 de septiembre sendos bergantines en el horizonte, forzándose la vela hasta llegarse a su través y efectuarse un disparo de sobre aviso [...]

[...] El combate fue tan breve como demoledor. A las pocas avancargas, la fragata española de nombre “Mercedes” (con un importante contingente civil entre sus cubiertas), esparcía literalmente sus maderas por unas cuantas yardas alrededor. No he encontrado la cita, pero me permito suponer que el fuego alcanzó su “santabárbara”, estallando en apoteósica deflagración ante el estupor y la confusión propia de la batalla [...]

El acto de piratería perpetrado por la cuadrilla de HMSs trasladó hacia los abrigos de Porstmouth la cifra de 3.855.153 pesos fuertes. En realidad, el montante embarcado desde Montevideo ascendía a 4.736.153 pesos (sin contar el valor de los efectos personales), de los cuales reclamó para sí el Océano los 871.000 cargados en las bodegas de las malograda “Mercedes”. Pero, a pesar de que con los números apresados la Inglaterra podría sufragar una módica parte de su presupuesto anual fijado a al Royal Navy; para el depauperado Erario de España no supuso todo lo que pudiera en un primer momento parecer, pues en el cómputo total de la mercancía disponía de una cantidad propia de 1.307.634 pesos (todos en plata), quedando el sobrante (3.428.519) en manos de particulares (según datos del historiador Manuel Marliani, con 1.269.669 en oro, 2.158.850 en plata, 26.925 en cueros de lobo, 4.732 en estaño, 1.735 en cobre y otras cantidades menores de lana de vicuña, tablones de madera, cajones y zurrones de ratania (Del quechua ratania, mata rastrera. Arbusto muy usado en medicina como astringente poderoso) [...] Sin dejar las cifras, asignaremos unas 15.000 libras al capitán Hamon, de la “Medusa”, sumadas a las 60 por persona adjudicadas a la tripulación y dotación embarcadas en dicha fragata.

[...] Varios medios escritos de Londres, en consonancia con otros sectores de la fachada “cara al público” del Gobierno británico, vilipendiaron en mayor o menor medida el hecho: “...se ha considerado semejante proceder, sin declaración de guerra o algún equivalente a ella entre las naciones, como un acto de piratería. Puede convenirnos coger un millón de libras esterlinas (cínico aserto, pues fueron algunos cientos de millones los embolsados por los asaltantes, según cambio de divisa de época a “grosso modo”: 1 millón de pesos fuertes = 300 millones de libras esterlinas), pero lo conseguimos a costa del derecho de gentes, que ya en éste hecho puede considerarse como absolutamente violado”. [...]

Hasta aquí todo el relato español. Juzguemos ahora la procedencia y la posición del Perú como parte interesada en el hallazgo de dichos caudal. Para ello será necesario el entorno de la situación del virreynato y su gobernante en aquella época.


Don Gabriel de Avilés y del Fierro, Marqués de Avilés, XXXVII virrey del Perú
Procedía el señor de Avilés de un antiguo solar del principado de Asturias. Era hijo de José de Avilés Itúrbide, coronel de dragones con Isabel del Fierro Brito. Al igual que su padre siguió la carrera militar y en 1767 fue nombrado capitán del regimiento de Dragones de la Reina. Enviado en 1768 en ese grado con destino a América en la expedición de don Baltasar de Sanmanat para desalojar a los ingleses que se habían apoderado de las islas Falkland (Malvinas), empero se le cambió de destinó a Chile donde tomó parte en la campaña contra los indios araucanos (mapuches). En 1768, con el grado de sargento mayor es destinado al Perú.

Militar en el Perú
En 1771 se le designa sub-inspector para la instrucción de las milicias de caballería, aunque en la práctica actúa como director de las tropas. En 1776 obtiene por Real Orden el grado de coronel.

El 11 de noviembre de 1780, el cacique de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, Gabriel Túpac Amaru, se levantó en armas contra el sistema español por lo que el virrey Agustín de Jáuregui dispuso que el coronel Avilés saliese con tropas de Lima con dirección al Cusco para sumarse a la guarnición de aquella ciudad y combatirlo. Consiguió la victoria, al mando de la reserva el 6 de abril de 1781 en un ataque por la retaguardia a tiempo que el teniente coronel Manuel Villalta, limeño de nacimiento, atacaba el frente del rebelde ocasionándole severas pérdidas.

Producida la pacificación siguió al mando del general Valle y a la muerte de éste le sustituyo en el mando en 1782. Se le elevó al grado de brigadier en 1787, como subinspector de la caballería y gobernador del presidio y plaza fuerte del Callao y ese año heredó el título de marqués de Avilés, por fallecimiento de su hermano primogénito sin sucesión quien ostentaba dicho título. Permaneció en Perú hasta 1796, un año después de alcanzar el grado de teniente general regresa a Chile para suceder a don Ambrosio O’Higgins quien había sido promovido a virrey del Perú.

Gobernador del Reino de Chile
En 1796 Avilés ocupó al cargo de Capitán General y Presidente de su Real Audiencia de ese reino.

Durante su gobierno realizó diversas labores de gestión pública en Santiago relacionadas con la seguridad, limpieza, ornato, construcción, servicios públicos, y caridad; el adelantamiento de los tajamares del río Mapocho; empedrado de calles; instalación de alumbrado público por medio de faroles de vidrio colgados en pescantes de hierro ubicados en las principales cuadras; provisión de alojamientos para desvalidos (Hospital San Juan de Dios); etc. También en la capital, instauró el Tribunal del Consulado, el cual asumió las funciones de juez de las causas comerciales e industriales, siendo su primer síndico el abogado Manuel de Salas. Recorrió otros lugares del Reino, donde también mandó ejecutar trabajos similares a los de la capital, como la construcción de varias iglesias.

Virrey del Río de la Plata
En 1799 Avilés marchó a Buenos Aires como Virrey del Río de la Plata. Desde su puesto fomentó el desarrollo de las poblaciones fronterizas con los indígenas; suprimió las encomiendas de guaraníes, a los que liberó y entregó la propiedad de las tierras; organizó expediciones a las salinas para la obtención de sal; creó la Escuela de Náutica; y promovió la publicación del Telégrafo Mercantil, primer periódico de Argentina.

El 20 de junio de 1800 fue nombrado Virrey del Perú por el rey Carlos IV, aunque no ocupó el cargo hasta el año siguiente.

Entregó el mando de Buenos Aires al general don Joaquín del Pino y emprendió el viaje por tierra empresa que le demandó cinco meses para llegar a Lima donde entró el 5 de noviembre de 1801 aplazándose su recepción oficial hasta el 6 de diciembre de aquel año.

Virrey del Perú
Los acontecimientos y hechos notables de su gobierno fueron los siguientes:

- En 1802 llegó a Lima el viajero y sabio prusiano, barón Alexander von Humboldt acompañado del naturalista francés M. de Bonpland. Notables son los resultados del viaje de este viaje narrados en el libro Viaje a las Regiones equinocciales del mundo (Voyage aux regions eqqinocciales du Noveaou Continent). El insigne naturalista exploró durante más de cinco años (del 5 de Junio de 1799 al 5 de agosto de 1804) extensas regiones septentrionales de la América del Sur y considerables áreas de la América Central y el Norte, costeando su viaje exploratorio de su propio peculio. Sus compañeros de viaje desde el comienzo hasta Lima fueron el médico y botánico Aimé Goujoud, comúnmente conocido como Bonpland, y más tarde, desde Quito, se unieron a ellos Carlos Cortés y Carlos Aguirre y Montúfar.

- Se incorporaron al Perú la comandancia general de Maynas con los pueblos de Quijos y Canelos, Lamas y Moyabamba. La región, debido a la expulsión de los jesuitas, había caído en abandono y los portugueses con inocultable codicia intentaban penetrar más allá de las fronteras trazadas en por el Tratado de San Ildefonso de 1777, por el cual España y Portugal intercambiaban territorios en Sudamérica y África Occidental. Gracias al conocedor de la vastísima región, D. Francisco Requena, gobernador de las comandancias de Maynas y Quijos y a sus instancias fueron segregadas del virreynato de Santa Fe y pasaron al Perú. Esto se produjo por el sustento de Requena que dio origen a la real cédula de 15 de julio de 1802, creadora de la comandancia de Maynas bajo la inmediata jurisdicción del virrey del Perú.

- En 1803, se estableció la intendencia de Lima. Su primer intendente fue don Juan María Gálvez.

- En 1804 se erigió la sub-inspección de artillería a cargo del coronel don Joaquín de la Pezuela, posteriormente, marqués de Viluma y virrey del Perú.

- Se incorporó Guayaquil al virreinato del Perú. Único astillero del Pacífico; este importante puerto a la desembocadura del Guayas y la extensa costa del Perú, a juicio de la Junta de Fortificaciones de América, el uno necesitaba del otro para su defensa. Además de las razones del comercio mucho más activo entre Guayaquil y el Callao que de aquel puerto con Santa Fe y la misma Quito. Por Real Orden de 8 de julio de 1803 se anexó la provincia de Guayaquil.

- Se erigió el obispado de Maynas.

- Se estableció en Lima el servicio de serenos, tanto para anunciar las horas como para alejar a los ladrones, institución que perduró hasta bien entrada la república.

- El 8 de marzo de 1805 falleció el XVI arzobispo de la diócesis, don Juan Domingo de la Reguera. Vale la pena en este punto historiar que este ilustre clérigo en sus mocedades vendía pacotilla a todo grito, es decir una suerte de baratija y fantasía que hacía las maravillas de las damas y mozuelas de Lima, actividad que gracias a un feliz acuerdo, antes de una tragedia, tuvo que compartir, dividiéndose Lima en dos sectores, con otro pacotillero que había aparecido de pronto para su sorpresa y enojo, el rubicundo joven irlandés Ambrosio O’Higgins, a quien se le conocía como Ño Ambrosio y voceador, en terrible castellano, de lo mismo en abierta competencia con su moreno rival español. Más tarde socios de una pequeña fortuna tomaron plaza en un lugar de la Covachera, como así se llamaba el espacio delantero y bajo nivel que se ubicaba delante de las gradas de la Catedral, para dar albergue a tiendas o bazares bajo toldos, pero cuyas utilidades gastaron en los servicios que las alegres damas del callejón de Patateros (Actual Pasaje Olaya) ofrecían y ellos demandaban. Quebrados y a punto de ser llevados al Tribunal del Consulado, jurisdicción de comerciantes arruinados e instancia de pleitos de ese gremio, decidieron entonces, por toda precaución, salir del Perú.

-¿Y cuando nos volveremos a ver, Juanito?

-Cuando yo sea arzobispo y tu virrey expresó proféticamente el de la Reguera. I así sucedió.


En 1796, hacía su entrada en Lima el Marqués de Osorno, procedente de Chile donde había llegado a Capitán General y recibido el anuncio de su nombramiento al elevado cargo de virrey del Perú. Al pasar por la puerta del arzobispado en la plaza mayor, rumbo a palacio, se detuvo el cortejo, se abrió una portilla de la calesa y ascendió el arzobispo de Lima, don Juan Domingo de la Reguera quien se confundió en un abrazo con Ño Ambrosio. Huidos en direcciones diversas habían luchado la vida y ejercitado sus dones hasta alcanzar las preeminencias que ahora ostentaban. Es importante anotar, además, que don Ambrosio O’Higgins fue el padre del precursor de la independencia de Chile y vencedor de la batalla de Chacabuco, don Bernardo O’Higgins Riquelme.

- Se fundó el Hospicio de Incurables, que fue a costo del propio virrey.

- Igualmente, a su costa, se relacionaron los beaterios de las Amparadas y el Patrocinio.

- En materia de higiene todo lo que pudo hacer fue mantener limpias las acequias y con agua corriente, pues habían sido verdaderos focos de enfermedad por la inmundicia que corría por ellas, en tanto se trabajaban las obras de desagüe. Además que servían, por otra parte, para la limpieza de huertos y jardines.

- La imposición de la cuarentena para las embarcaciones procedentes de puertos infectados por la peste. En marzo de 1705 arribó al Callao el navío Fernando o Príncipe de Asturias, perteneciente a la Real Compañía de Filipinas, que salido de Cádiz, devastado por una epidemia. Durante la navegación se produjeron varias muertes, al parecer por el contagio. Avilés dispuso que no fuera recibida la nave y nombró al alcalde del crimen, D. José Baquijano y Carrillo, para dar cumplimiento de la orden además de la ventilación y fumigación de la carga y los pasajeros, operación que se realizó en la isla de San Lorenzo.

- El 23 de octubre llegó el primer tubo con fluido de vacuna, conducido desde Buenos Aires por el cirujano don Pedro Belomo. Don Hermilio Valdizán Medrado (Huanuco, 20 de noviembre de 1885 - Lima, 25 de diciembre de 1929) destacado médico peruano, expreso haciendo historia de este hecho: “Título de honor para el reinado de Carlos IV, es el envío de la vacuna a América. Sabida es la tragedia de la viruela en el Nuevo Mundo; las epidemias se sucedían unas a otras con aterradora frecuencia y con una letalidad que superaba en mucho a aquella producida por la viruela en otros países”

- El 5 de diciembre fueron ejecutado en la horca el 5 de diciembre de 1805 en la plaza del Cusco Lima, don Gabriel Aguilar, natural de Huanuco y don Manuel Ubalde, abogado de profesión y natural de Lima por haber intentado en el Cusco una revolución en pro de la independencia del Perú. Esta conspiración viene a ser uno de los primeros brotes de la insurrección americana. En 1823, el congreso de la república declaro a Aguilar y a Ubalde, beneméritos de la patria.

- En 1806 llegó la comisión encargada de propagar el fluido vacuno presidida por el médico don José Salvani al que se incorporó el cirujano Belomo que la había portado desde Buenos Aires. La expedición principal había partido de la Coruña para América en 1803, además de los médicos y enfermeros venían 22 niños expósitos al cuidado de la rectora de la casa de huérfanos de la Coruña, los cuales habían de servir para la obtención del virus y su conservación, pasándolo de brazo en brazo. Hecho el reparto dentro de las colonias, llegaron al Perú por la vía de Cuenca y Loja cuatro de aquellos niños para conservar el fluido, el 32 de diciembre de 1805. El hecho fue celebrado con júbilo. Poco después la vacunación se propagó por el Perú, pese a la reticencia de los indígenas y otros escépticos. Antes de ingresar a jurisdicción del virreynato de Buenos Aires, se había logrado vacunar a 197,000 personas en el Perú. D. José Salvani y Lleopart fue el héroe de esta inmensa jornada y su salud quedó arruinada, es el caso que aún no se le ha reconocido su merito en el mármol, con excepción del elogio que hizo de él el protomédico don Hipólito Unánue en ocasión de imponerle la borla doctoral en la Universidad de San Marcos de Lima.

- Otro tanto ocurrió con la lepra. Los experimentos del Dr. Baltasar Villalobos para la cura del llamado Mal de Hansen. El 19 de julio de 1804, dispuso autorizar al Dr. Villalobos a cuatro pacientes de lepra internos del hospital de San Lázaro y tratarlos de dos en dos. En noviembre de ese año el científico presentó a examen de la comisión a uno de los enfermos el que fue declarado perfectamente sano. En marzo del siguiente año presentó certificado de la curación del resto de pacientes en prueba. Villalobos no llegó a escribir la obra que prometió exponiendo su tratamiento, por lo que su método terapéutico permanece desconocido.

- En materia de hacienda, el virrey Avilés, compulsivo en la economía, teniendo en cuenta los riesgos de la navegación por asuntos de la guerra con Inglaterra que de hecho aminoraron los ingresos por almojarifazgo y alcabalas en 300 o 400,000 pesos por año y en la misma proporción se advertía la rebaja en otros ramos, de ellos los derechos de fundición y ensaye del oro y la plata, por la falta de azogue, situación que venía produciéndose desde hacía nueve años, no obstante que el virrey O’Higgins había informado a la Corte hallarse con un sobrante de de seis millones de pesos, suma que inmediatamente ordenó remitir a España y se enviaron con este fin tres fragatas de guerra, para proteger el cuantioso envío. La lucha contra los piratas ingleses que asolaban las costas de Sudamérica llegó a ser constante en época de Avilés.

- Haciendo un esfuerzo logro el virrey remitir a España, en 1802 a 1803 la cantidad que se le había pedido, a pesar de que a fines de 1800 la deuda de la hacienda pública ascendía a nueve millones. Esta deuda disminuyó notablemente con las remesas hechas en esos años a la Península y todavía en el año 1804 podo enviar 1, 241,570 pesos, de los cuales eran de la Real Hacienda 2000,000 y el resto procedía de otros ramos. El colofón de esta remesa fue la batalla de Santa María, el 5 de octubre de 1804, a la cuadra del Algarve, del árabe الغرب al-Garb, el oeste, la tierra por donde se pone el sol que es la región del extremo meridional del Portugal, a cuya cuadra se produjo el célebre combate materia de esta crónica, que ha dado origen a esta narración y la tercería del Perú en los asuntos del tesoro que le pertenece. Sólo se salvaron 231,265 pesos que conducía la fragata de comercio Joaquina.

- En 1805, todavía alcanzó a enviar algunas partidas extraordinarias, a saber 400,000 pesos, sobrante del líquido de la renta de tabacos de años anteriores que no se habían enviado a las Cajas Reales, 97,453 pesos de un préstamo gratuito que franquearon algunos particulares; 50,000 de un donativo del Tribunal del Consulado y 172,291 pesos del subsidio eclesiástico. Para los tiempos de casi ruina económica no era poco. Las fuentes de ingresos representaban la minería, en el Perú el ramo más productivo, por entonces sólo alcanzaba a los 600,000 pesos de plata y 3,000 de oro, con lo que se redujeron los derechos reales al 10%. La alcabala producía, antes del establecimiento de la Aduana 550,000 pesos. El producto que le virrey Guirior impuso al aguardiente alcanzaba 87,000 pesos. Los tributos de los indios 1, 100,000 el estanco del tabaco proporcionaba al erario unos 280,000 pesos. El ramo de Temporalidades (Bienes eclesiásticos) apenas si lograba 61,000 pesos, en tanto que el de Correos liquidaba 80,000. A estas sumas había que agregar unos 400,000 pesos procedentes de otros diversos gravámenes. En resumen, si mediante una prudente economía, podían cubrirse los gastos ordinarios, en cambio no lo había para los extraordinarios que con frecuencia se presentaba. No era pues, muy halagüeña la situación del fisco.

- El 26 de julio de 1806, el marqués de Avilés, entregó el mando al general don José Fernando de Abascal y Souza el gobierno del virreynato del Perú. Su ejercicio había durado 4 años, 8 meses y 20 días.

En el ejercicio de su gobierno, además de su tarea administrativa, ocupó buena parte de su tiempo en asuntos religiosos por lo que el pueblo le conocía como el Virrey devoto.

Su permanencia en el Perú, contados los años de su servicio militar con los de su ejercicio político, dificultó el ánimo del marqués para retirase y por el contrario viajó a la ciudad de Arequipa en busca de mejor clima para reparar su quebrantada salud. En esa ciudad del sur del Perú le llegó la invitación del virrey de Abascal para que se hiciese cargo del Virreynato de Buenos Aires vacante por haber sido depuesto el marqués de Sobremonte, que no se hizo efectivo por lo avanzado de la edad y el estado de su salud. Cuando al fin se decidió por España, habiendo tocado el puerto de Valparaíso falleció en dicha ciudad el 16 de septiembre de 1810.

Había casado por poder en el Cusco con la dama limeña, señora doña Mercedes del Risco y Ciudad, viuda del marqués de Santa Rosa, que falleció en el pueblo de Magdalena en 1806. No había dejado sucesión.

Según refiere el general don Manuel de Mendiburu, célebre autor del Diccionario Biográfico del Perú, (…) era el señor de Avilés excesivamente económico y escrupuloso para el manejo de la hacienda: en su época nada se malgastó, todo su conato (propósito, empeño) lo puso en igualar los ingresos con los egresos, reduciendo más estos por su constante empeño en acopiar sobrantes: nunca hubo más orden en la administración de las rentas, libres de compromisos en su época, y ningún virrey cuidó mejor que él, de dar a su sucesor abundantes y claros datos en materia de hacienda, y en orden a quebrantos, que venían de atrás y que hizo lo posible por remediar, agrega (…) fue modesto y benéfico, que socorría las necesidades de muchas personas secretamente y que de su caritativo celo a favor de los enfermos y desvalidos, hay abundantes testimonios (…)

No obstante los méritos y virtudes señalados, circuló en Lima una caricatura del virrey d Avilés que le representaba de rodillas orando ante un crucifijo, bajo el cual se leía:




Hábil es en la oración
En el gobierno inhábil es..


Miembros de Odisssey examina el cuantioso tesoro peruano



Vocabulario naval empleado en el presente artículo

Aleta: Partes curvas de los costados del casco en las proximidades de la popa. Hay dos aletas: la de estribor y la de babor.alcázar: En los grandes navíos de vela, es el espacio en la cubierta superior que media entre el palo mayor y la popa, donde se encuentra el puente de mando.

arribada: Acción y efecto de arribar. / Llegada obligatoria o forzosa de un barco a un puerto, que no era el de destino ni el de escala, por cualquier causa imprevista.

babor: Lado izquierdo de la embarcación mirando de popa a proa.

bajel: Barco.

barlovento: (De barloa y -vento, a imit. de sotavento). m. Mar. Parte de donde viene el viento, con respecto a un punto o lugar determinado. ganar el ~. fr. Mar. Situarse dejando al enemigo u otra escuadra o buque a sotavento y en disposición de poder arribar sobre él. 2. p. us. Aventajar a alguien en cualquier línea.

bergantín: Un bergantín es un barco generalmente de dos mástiles con todo su aparejo formado por velas cuadras. El bergantín aparece en la segunda parte del siglo XVII y se empleó de forma generalizada hasta el siglo XIX. Se caracterizaba por la gran superficie vélica que era capaz de desplegar para su desplazamiento, de hasta 600 toneladas, siendo los bergantines buques extremadamente rápidos y ágiles en la maniobra y apropiados para tráfico entre continentes. Los bergantines fueron empleados como buques para tráfico mercante pero también como corsarios gracias a su gran velocidad, que les permitía escapar de navíos y fragatas y alcanzar toda clase de tráfico mercante. De esta forma las armadas incorporaron a su vez el bergantín, que portaba normalmente hasta una docena de piezas en cubierta, para exploración y lucha contra la piratería.

brick: Bricbarca.

bricbarca: Buque de tres o más palos con los dos primeros aparejo con aparejados cuadras al estilo del bergantín y el resto de cuchillo, disposición usual en las corbetas.

carronada. (Del ingl. carronade, y este de Carron, lugar de Escocia). f. Cañón antiguo de marina, corto y montado sobre correderas.

estribor: Lado derecho de la embarcación mirando de popa a proa.
facha, ponerse en: Orzar hasta quedar proa al viento.

fragata: Embarcación de tres palos (trinquete, mayor y mesana) y aparejo de velas cuadras.

gavia: Vela que se larga en el mastelero mayor, o mastelero de gavia; por extensión, todas las velas de los masteleros.

navío: Barco grande, con más de una cubierta. Se daba este nombre al barco de guerra de tres mástiles y velas cuadras, con dos o tres cubiertas y otras tantas baterías de cañones.

orzar: Gobernar hacia barlovento, para reducir el ángulo de incidencia del viento respecto al rumbo de la embarcación.

tamborete: Trozo de madera grueso y rectangular que sirve para sujetar dos palos superpuestos.

Fuentes:

Incas, virreyes y presidentes del Perú. PEISA

Historia General del Perú. R. P. Rubén Vargas Ugarte S. J.




Internet:


El tesoro de la fragata Mercedes llega a España después de haber ganado el juicio de posesión sobre ese importante material. El Perú reclama derechos. Febrero 2012:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE TU ARTICULO, COMO SIEMPRE....EN AREQUIPA EXISTE UN APELLIDO ´´DEL FIERRO´´ UN ABRAZO
TU HERMANO RAFAEL

Anónimo dijo...

Siempre apreciado Lucho, siempre leo con suma atención tus envíos, este último sobre el "tesoro..." ha sido muy ilustrativo, muchas "cosas" me ha estimulado, como por ejemplo "santabárbara", recuerdo cuando los chilenos antes de "tomar" San Juan, bombardearon el Morro, llegando -dijo un combatiente. hasta "Santa Bárbara", ese entonces, no sabía lo de "santabárbara" y Lohhamn que escuchó mi exposición y a quién le pregunte después, me dijo "lugar donde se almacenaba o guardaban las municiones", en los barcos también había según el artículo. Tanto más hay que comentar que lo dejo.

Lucho, los años pasan inexorablemente y debemos "exprimirlos", al máximo, conversando con los "buenos amigos", hagamos de un día al mes o cada dos meses una fecha para reunirnos con Jorge y dialogar, comer y tomar unos vinos, creo que ello es factible. Por mi parte estaría llano a hacerlo, no obstante tener ahora la Jefatura de la Biblioteca de San Marcos que nuevamente me esta absorbiendo mucho de mi tiempo dejando de lado el escribir con miras a publicar.

Ya veré cómo distribuyo mi tiempo.
Un fuerte abrazo
Alejandro

José Abad dijo...

Muy difícil que consideren al Perú en la repartición.

Me gustó el post y los comnentarios inteligentes.

Un abrazo Don Luis Siabala

José Abad dijo...

Estimado Don Luis:

Muy buena la recopilación de hechos históricos.

Todo el esfuerzo del Virrey Don Gabriel de Avilés por acrecentar los ingresos del Virreynato del Perú, dieron resultado. Ojalá todos los gobernantes hubieran seguido su ejemplo.

El dinero es peruano, debería considerarse y declarar fundado el pedido del Perú.

Un abrazo