jueves, 11 de octubre de 2007

El ocio de don Tobías

La Alcazaba de Almería, Andalucía, España


Pretextos para crear...


El ocio no lo había sido tal: de tanto sufrirlo le indujo hurgar el fondo de la hucha, allí donde almacena y tiene acción el recuerdo, no fuera que su seno escondiese furtivo valor.

Tampoco la lectura producíale el estado de absorción puesto que pretendía conseguir algo en tiempo dedicado a la nada, pues de inacción se trataba; mas bien resultábale pretexto para inducir ideas y pergeñar recuerdos…

Dejando correr la pluma, a fuer de entusiasmo que de ciencia, escribió algunas líneas que intentando poner en ellas algo de inteligencia consiguió, por el contrario, la mar de confusión.

De los recuerdos, aquél cuando Tobías, que por tal se conocía a nuestro biografiado, hijo menor de un hortelano urcitano se presentó presuroso a clases calzando las toscas y ruidosas abarcas de madera que solía gastar en las faenas del campo, que más le valiese la vergüenza de mostrarse así que perder un solo momento de conjugación y retórica, ¡Qué lata hombre, qué lata!

Si en algo podía confiar, aunque con graves dudas, era en su habilidad para escribir y hablar nacida de la necesidad de vencer la tradicional y extendida inopia de la comarca ejidense. Habíale surgido de pronto –como suele ocurrir por la gracia de Dios- el extraño deseo de conocer los secretos del habla y los fundamentos de su terrible gramática –para los más un verdadero sacrificio- y preñado de ese entusiasmo jamás dejó de asistir a cuanta clase impartía el maestro Antón en la escuelita de El Ejido, lloviere, tronare o encumbrando las colinas de pastura -cuando las reses bravas lo eran aún más en tiempo de celo- pudiérale significar desgracia. Pues no, ¡Qué va!, llegaba a tiempo y ya en plaza desde su asiento en la primera fila, muy atento, aplicaba los sentidos con esa fijeza propia de los posesos.

Tobías era todo un señor, al menos lo parecía, circunspecto hasta cuando los desbordes del entusiasmo fatigan a cualquier prójimo, eran éstos improbable motivo para cambiar aquel temperamento que le celebraba el pueblo. El ignoraba o mal disimulaba que gozaba de ese prestigio atado, claro está, a las demás virtudes que adornan a un caballero que para tal se pintaba singular.

Alguna vez que tomado lugar en la platea del teatro de Almería espectaba la zarzuela de temporada, vínole irrefrenable deseo de cantar siguiendo la voz del tenor, sosteniéndola más allá de los esfuerzos del propio artista. Menuda sorpresa la de los espectadores que sin atinar a protesta alguna o absortos en ese desafuero de don Tobías quedaron empero gratificados con una estupenda voz.

Murió viejo y cargado del entusiasmo de siempre que todo hacía ver –pues así lo parecía- que la emprendería mejor en su nueva vida.


- ¿Será bueno el ocio?





6 comentarios:

Anónimo dijo...

Luis tu pluma agil y amena hace que esta historieta sea sostenida y grata y sobre todo con un gran mensaje que el habito no hace al monje sino la perseverancia y el esfuerzo y ganas que uno pone a algo en la vida, muchas felicidades por el don de escribir que tienes
Luis Ruiz Santa maria

Anónimo dijo...

Mon, 15 Oct 2007 01:40

Estimado hermano:

Hace 30 años algunos pregonaron...la imaginación
al poder...yo creo que tu habrías llegado a el, sin menor esfuerzo...te felicito.
Agrego a lo anterior, que la ultima premio novel” escribió siempre de oído" y tie-ne hasta cuentos de ciencia-ficción, te repito: la imaginación al poder...lo vivido o imaginado y bien escrito, como tu lo practicas merece este premio: el poder de la palabra.

Abrazos

Rafael

Anónimo dijo...

Lima, 12 de octubre; 2007

La verdad compadre: Se me dificultó la primera lectura pero en la segunda le encontré gusto y regusto a la singular idea expuesta en un lenguaje que me remonta a otra época en la que muchas de las palabras que empleas era moneda corriente de quien bien hablaba y escribía. Yo, que tengo que batallar con el idioma en su manera más simple y elemental, me las habría visto en figuritas en esos tiempos para intentar expresarme en la forma en la que tú, con bastante naturalidad, lo haces.
Un abrazo,

Fernando.

Luis Adolfo Siabala dijo...

El ocio propositado se retrata en este boceto que tiene el aliento de los cuentos progresivos, (imposible no evocar a Pio Baroja). La añoranza por los ideales, la semblanza de un quijote anónimo y el amor por ese pasado nada estéril es recogida con alegría en esta estampa. Queda responder a la pregunta sin eco de don Tobías en nuestra propio entendimiento del constructivo y tan necesitado ocio griego.

Un abrazo,

Luis Adolfo

E Soto dijo...

Al comenzar a leer pensaba que iba encontrar a Paco Yunque. Pero no, era Tobías, hijo de un hortelano de ¿El Hejido?. Comparado con Paco, Tobías, obviamente, vendría a ser un ocioso. Pero finalmente, aquí lo más importante es la elegancia de la pluma. Cuánto poder podría dar el dominio de todos sus secretos, ¿no?

Felicitaciones pues por sus notables raids, tal vez un poco tarde, es que estuve de vacaciones alejado de ésta “civilización” , perdido entre los follajes de mi comarca andahuaylina.

Un abrazo

E Soto.

Anónimo dijo...

Me gusto mucho tu amigo Tobias, una persona muy simpatica aunque apentaba lo contrario. Siempre es intersante leer tus escritos y escucharte "contar historias" que en lo particular, me hacen volar hacia el mismo lugar del relato.

Me gusto mucho.

Tu hija

Cali

13 de octubre de 2007 01:30 PM